Soy Cheyenne, chalaca de nacimiento, y estoy pasando la cuarentena en Cusco, la Ciudad Imperial.
Cusco |
Mi lugar de trabajo se encuentra en el centro histórico, lleno de turistas y extranjeros residentes. Créanme, hay muchos extranjeros viviendo aquí.
Residencias - Cusco |
Pero vayamos al grano.
Esta pandemia ha afectado al mundo entero, y Cusco no es la excepción. La Ciudad Imperial, como también se le conoce, vive prácticamente del turismo. Si Perú no fuese un país tan informal, podría darles un certero porcentaje de las empresas relacionadas al turismo. Pero no son solo ellas las afectadas, hay muchas empresas cuya audiencia no está enfocada a turistas per se, pero que tienen un ingreso indirecto de ellos. Empresas como restaurantes, escuelas de idiomas, textilerías y muchas más están cerradas desde hace varias semanas.
Yo trabajo para una escuela de español, en el área de marketing y ventas en línea; por ende, mi contacto con los clientes y estudiantes es mínimo. Sin embargo, como todas las empresas, Proyecto Perú Centre ha cerrado sus puertas desde el 16 de marzo de 2020, luego de que el presidente Martín Vizcarra decretara estado de emergencia en todo el país, además del cierre de fronteras y negocios no esenciales.
Una o dos semanas antes del anuncio, veía en las noticias matutinas cómo los supermercados se abarrotaban de gente adquiriendo productos hasta por gusto, sobre todo, papel higiénico. El papel higiénico se convirtió en un artículo de primera necesidad en todo el mundo.
Cusco no había llegado a ese punto. Es más, estaba tan orgullosa de esta ciudad que no había sucumbido a este pánico social. Hasta que el jueves 12 de marzo, mi novio y yo fuimos, como todas las semanas, al supermercado y lo que encontramos fue una escena sacada de una película sobre el fin del mundo o un ataque alienígena. Lo visto en las noticias estaba pasando aquí.
Entramos, pero a los cinco minutos salimos con las manos vacías. No valía la pena hacer hígado.
Plazoleta de San Blas, Cusco. |
(De izquierda a derecha: Rosa, la nueva estudiante de la escuela, yo y Manon, compañera de la oficina). En la plazoleta de San Blas un día antes de que todo comience.
El domingo del anuncio, tuvimos a dos amigas y una nueva estudiante de la escuela en casa para el llamado Roast Dinner, que es el equivalente a un almuerzo familiar dominguero aquí en Perú. Esto porque mi novio y su compañera de trabajo son ingleses, y ella es chef.
Kerry, nuestra chef del día |
Preparando el famoso Roast Dinner
Luego de lavar los trastes, encendimos la tele y vimos en Mensaje a la Nación. La nueva estudiante de la escuela, en un país extraño, estaba asustada, así que le ofrecimos quedarse con nosotros hasta que todo pase. Ella fue a su casa para recoger sus cosas y se mudó con nosotros. (Estuvo con nosotros por dos semanas mientras tramitaba su vuelo de regreso con la embajada de su país).
Al día siguiente, fuimos a comprar provisiones para lo que pensamos sería una cuarentena de 15 días… ¡Qué tontos fuimos al pensar eso!
Al inicio, Cusco fue una ciudad ejemplar al acatar el estado de emergencia al pie de la letra. De los 54 días en cuarentena, he salido muy pocas veces, tal vez, tres o cuatro, pero no más. Al inicio, no se veía gente en las calles, ni autos particulares. Sin embargo, al pasar los días y, ya sea por necesidad o estupidez, se veía más gente transitando las avenidas Collasuyo y La Cultura, por donde vivimos.
Mi novio y yo tenemos la fortuna de poder pasar la cuarentena en casa y salir solo para lo necesario. Pero, en una ciudad que vive del turismo, las cosas se han puesto muy feas para muchas familias.
Muchas empresas han despedido a sus empleados debido a que este año las ganancias serán mínimas o nulas. En mi caso, solo mi salario y horas se han reducido. Pero no me quejo. Estoy agradecida de tener un empleo al cual retornar, una vez que las cosas vuelvan a la normalidad.
A comparación de Lima, y desde el punto de vista de alguien que casi no ha salido en estos días y solo se guía de lo visto en redes sociales, Cusco está acatando la cuarentena un poco más que la capital. Claro está considerar que Lima tiene una población de 11 millones, mientras Cusco tiene un poco más de un millón. Así que las cifras aquí son mucho menores debido a cantidad de habitantes y, tal vez, porque se dice que este virus no resiste la altura.
Esta cuarentena está sacando lo mejor y peor de nosotros
Nuestro Presidente ha sido halagado por muchos medios internacionales por las prontas medidas para enfrentar esta crisis mundial (cierre de fronteras, cancelaciones de vuelos y cuarentena nacional).
Aquí en casa hemos seguido las noticias nacionales e internacionales, con más énfasis en noticias de Perú e Inglaterra, país de nacimiento de mi pareja.
A nuestro parecer, Martín Vizcarra y su gabinete ha manejado esta pandemia mucho mejor que Boris Johnson, primer ministro del país europeo (con la excepción de las salidas según género. Eso fue un desastre).
Si bien es cierto que a comparación de otros países, estas medidas pueden sonar muy estrictas, lo que se busca es el no abarrotar nuestros ya debilitados hospitales, y ganar tiempo para habilitarlos de la mejor forma posible cuando la cuarentena se levante y aumenten las cifras de infectados.
También es cierto que estas medidas están afectando seriamente a familias y personas que viven del día a día, por ejemplo, los vendedores ambulantes que abundaban el centro histórico de Cusco.
Sobre lo bueno
Felizmente, aquí en Cusco, así como en muchas otras regiones del Perú, se están llevando campañas de donación para las familias que más lo necesitan. Hemos participado en un par de ellas, esperando que lo donado vaya a las manos adecuadas.
Veo en las noticias cómo las personas se ayudan entre ellas, cómo los más necesitados tienen un plato qué comer y, cómo se ha habilitado La Casa de Todos para las personas que no tienen un hogar. Espero que el hogar no sea cerrado para nuevamente usarlo en corrida de toros.
Nuestro planeta también la está pasando bien con un receso de actividad humana. Sería genial que cada año le demos un respiro, pero eso es mucho pedir.
Lima ya no es tan gris |
Sobre lo malo
Y así como existe el bien, también existe el mal y, al parecer, en más cantidad.
Esta cuarentena pudo no haberse extendido de la forma en cómo lo ha hecho, si no fuese por las miles de personas insensibles y con falta de amor hacia el prójimo. Claro, en lo personal entiendo que ha habido y hay personas que simplemente no pueden quedarse en casa por no tener cómo mantenerse, pero no entiendo, o no me cabe en la cabeza, toda la irresponsabilidad de aquellos que salen porque están aburridos o hacen fiestas en casa.
Creo que no soy la única que se enoja cuando ve en los noticieros, parejas tomadas de la mano, saliendo a los supermercados cuando solo puede salir una persona por hogar.
Pero, para mí, lo peor que veo últimamente es la gran demanda por servicios de delivery.
Como dice nuestro Presidente:
Cuando vayan a comprar frutas y verduras al mercado, se van a llevar de yapa el COVID-19
Siguiendo esta lógica, cuando te lleven el pollo a la brasa a casa, de yapa te llevarán el Covid-19.
Esta es una etapa para aprender
Ya que hay muchas personas que pueden, fácilmente, pedir comida para sus casas, hay muchas que no. Y hay muchas personas, como yo, que, usualmente por vivir solos y trabajar tiempo completo, no han podido mejorar sus habilidades culinarias.
Entonces, si tienes el dinero para pedir tu pizza o qué sé yo, entonces, puedes salir a comprar todos los ingredientes para cocinar.
Si hay algo bueno qué rescatar de esta cuarentena, es la oportunidad y tiempo para aprender, no solo a cocinar, sino también cosas nuevas.
Durante el tiempo que viví con mis padres, como muchos, fui engreída con la comida de mamá, y pocas veces me dio curiosidad de aprender. No quiero decir que no sepa nada, porque sí aprendí en casa, pero no lo suficiente para poder cocinar un plato diferente cada día.
Así que ahora que pasamos todo el día en casa, mi repertorio de platos se ha incrementado. ¡Gracias a Whatsapp y a los audios de mamá!
Creo que el plato que más ha causado sensación en casa (y, por casa, me refiero a solo mi pareja) es el Ceviche de Pollo.
Momento histórico en la casa Howes |
En mis dos años de relación nunca se me ocurrió hacerlo ya que había olvidado cómo prepararlo. Pero hace dos semanas me acordé de este delicioso plato, y tuvimos suerte de tener todos los ingredientes en casa. Mi mamá, nuevamente, me mandó audios con el proceso de preparación… Y ¡voilá!
Mi novio no pudo creer cómo no le preparé este plato en los último dos años. Y la respuesta fue porque simplemente lo olvidé. Ahora Glenn tiene otro plato peruano favorito.
Y no solo podemos aprender a cocinar, hay cientos de cursos en línea para aprender lo que más nos llame la atención. El tiempo lo tenemos, solo nos falta el compromiso y disciplina.
Tratando de mejorar mis
habilidades de fotografía.
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En resumen
Este mundo no será el mismo, o eso espero yo. Este es el momento perfecto para mejorar como seres humanos, no solo entre nosotros mismos, sino también con nuestro planeta. Es el momento de reflexionar: qué damos: qué dejamos cuando nos vayamos. Creamos o no en un ser superior, todos debemos aspirar a ser cada vez mejor. ¿Tú tienes un vecino que no tiene lo suficiente para quedarse en casa? Ayúdalo si está en tu capacidad.
También es el momento de desconectarnos un poco de la tecnología y empezar a mirar lo que sucede a nuestro alrededor.
Al menos esto es lo que yo trato de hacer.